«Nada es imposible, hagámoslo posible» rezaba una de las últimas pancartas del frente Eskorpión para alentar al Orihuela CF en su camino hacia el playoff de ascenso en Segunda RFEF. Un poderío y crecimiento deportivo que contrasta con lo recibido por parte de las autoridades de la ciudad.
Los compañeros de La Verdad hacían público a inicios de esta semana que Orihuela se quedaba sin más de 500.000€ de fondos europeos para reformar Los Arcos después. El Consejo Superior de Deportes recogía que el proyecto presentado no superaba la nota de corte necesaria para conceder la subvención.
Un palo con el que amanecían tanto aficionados como los propios directivos del Orihuela CF y que es una gota más en un vaso que no hace más que rebosar. Son muchos años de peticiones sin respuesta y deficiencias cada vez más evidentes para los miles de seguidores que acuden cada dos domingos al feudo amarillo.
No se trata de milagros ni de reclamaciones vacías. El Orihuela CF vive su mejor momento deportivo y la explosión social del club hace todavía más acuciante la necesidad de hacer algo más allá del simple maquillaje. No es solo la oportunidad perdida por parte del CSD sino que ni siquiera hay una partida para Los Arcos en los Presupuestos Municipales.
Las imágenes del deporte rey en la Vega Baja llegan cada vez más lejos pero el recinto sigue siendo tercermundista. Personas sentadas en un suelo al que llaman gradas, destrozos varios heredados de la DANA de 2019 y la imposibilidad de albergar citas de gran dimensión con las garantías mínimas como se vio en el cruce de Copa del Rey contra el Girona.
El Orihuela CF asiste a todo atado de pies y manos. Con proyectos acumulados en un cajón a lo largo de los años y una última promesa de la instalación de una grada para la próxima temporada. Sin detalles concretos ni demasiada Fe por parte del club.
