Orihuela lleva una temporada de magia perenne. El primer equipo de la ciudad ha enganchado a la gente a base de puñetazos a la historia. De batir todos los récords con puntos y victorias. De sueños con aroma a goles. De gritos que se habían perdido por el camino. Y sobre todo de sensaciones. El Orihuela CF ha transmitido a golpe de valentía.
Frente a cada miedo, un paso adelante. Con cada fantasma del pasado, un nuevo horizonte por conquistar. Pesadillas tapadas con sueños. Incerteza borrada con hechos. Frente a las dudas de muchos años de golpes, el equipo de Villafaina ha llenado el ambiente de ilusión.
Esta tarde toca rematar una temporada perfecta. Un año que solo la historia valorará en su justa medida. Hoy puede ser el último partido de una 2018/2019 que nunca se olvidará. El 0-1 de la ida en Tarazona abre un abanico de posibilidades y ninguna de ellas es la de defender el resultado.
Las dudas en el sistema, en el carril derecho, en el pivote o en la mediapunta pasan a un segundo plano. Los Arcos quiere ver estilo, personalidad y carisma. Quiere el ascenso a Segunda B. Necesita volver a ser de bronce.
