Como todos sabemos, esta pandemia causada por el covid-19 ha transcurrido en diferentes etapas y ha dejado secuelas psicológicas en toda la población en general. Tras el confinamiento domiciliario los problemas de salud mental se han ido agravando y los deportistas, por supuesto, no están exentos de ello.
Los psicólogos deportivos estamos analizando los posibles efectos psicológicos que podría dejar está pandemia en los deportistas tanto a largo plazo como a corto plazo, pero lo que sí está claro es que dependerá de la personalidad de cada individuo.
A corto plazo, se van a acentuar mucho los miedos de los deportistas, dado que les van a surgir preguntas del tipo “¿El día que vuelva a la competición voy a estar al mismo nivel que antes del parón?” “¿En caso de no estar al mismo nivel, mi entrenador o el club lo comprenderá?” “¿Seré capaz de volver al mismo nivel que tenía antes?”. Estos pensamientos van a aparecer con seguridad en cualquier tipo de deportista ya sea de élite o no, afectando a su motivación, autoconfianza y adherencia al entrenamiento. También hemos de tener en cuenta, que estamos ante una situación excepcional y que, por lo tanto, los pensamientos e ideas que tenemos también son excepcionales.
A largo plazo se podría pronosticar que la pandemia cambiará a los deportistas la manera de pensar, de ver la vida de otra forma y sobre todo en el proceso de toma de decisiones. De repente aparece un virus y desmonta la vida que tenía prevista el deportista. Y, además, éste vive ahora con la incertidumbre de que vuelva a suceder una situación similar a medio o largo plazo. Las posibles consecuencias que esto podría ocasionar son que, por ejemplo, el día de mañana un deportista valore más una oferta de cinco años de contrato y poco riesgo en un club de nivel medio antes que una oferta de tres años en un club de primer nivel en el que puede ser que no triunfe.
Considero que las entidades deportivas, deben tener muy en cuenta la salud mental de los deportistas a la hora de planificar el regreso a la competición o a la supuesta normalidad y utilizar toda la comprensión y empatía posible para aquellos que viven en la incertidumbre. Haciendo esto podemos evitar ansiedades, depresiones o abusos de sustancias como el alcohol. También me gustaría añadir que, si alguno de estos aspectos afectara a su normal desarrollo en la competición deportiva o en la vida personal del deportista, consultaran a un psicólogo deportivo.
