Hay partidos que hay que masticar durante más de 90 minutos y otros que se deciden en tres acciones puntuales sin tiempo de reacción. Eso le pasó ayer al Redován en el Duana en el partido intersemanal donde recibieron al Ilicitana Raval.
El Redován fue infinitamente superior a lo largo de la primera mitad. Las ocasiones fueron llegando desde el minuto uno hasta el 21 en el que Gonzalo cruzó al palo largo del portero para adelantar a su equipo. Pero duró poco la alegría para los azules.
Tres minutos más tarde una jugada lo cambió todo. El línier levantó la banderilla en un ataque ilicitano pero el árbitro no detuvo el juego. Acto seguido y con todo el Redován desconectado los visitantes aprovecharon la confusión para empatar.
Llegó una tángana entre los dos equipos y la expulsión de Cristian Botella. Un mazazo que hubiera podido hundir a los de Rico pero que fue el inicio de un ejercicio de raza y orgullo local. El plan siguió y los de Elche apenas rozaron la pelota en el resto del primer tiempo. Con un jugador menos pero con mucho más fútbol, el Duana consiguió retener un punto importante para seguir creciendo.